Habemus Papam: ¿Santo Padre o CEO de la Fe S.A.?

¡HABEMUS PAPAM! ¡Qué emoción, qué algarabía, qué ganas de poner la tele para ver si este trae capa de terciopelo o si ha salido al balcón con zapatillas Nike, como el mundo moderno manda! Desde la chimenea más famosa de Italia —después de la de Super Mario— nos llega la fumata blanca, ese momentazo en que millones de fieles miran al cielo y los ateos miran Twitter para ver quién será el nuevo CEO de la multinacional más longeva del planeta: la Santa Sede Inc.

Esta vez, el Espíritu Santo, que ya debe tener un máster en headhunting, ha elegido a Robert Francis Prevost, a.k.a. León XIV. Un señor nacido en Chicago (sí, Chicago, la de los gangsters y la pizza de un palmo de grosor), que además fue obispo en Perú —porque si no pasas por Latinoamérica, no cuenta— y ahora se sienta en el trono de Pedro con una mitra que pesa más que los pecados capitales juntos.

¿León o gatito?

Ya me veo a los titulares de mañana: “Un León para una Iglesia domesticada”, o “El rugido de la fe”. Pero seamos sinceros, querido lector: más que rugido, lo que le espera es un maullido entre las jaurías de cardenales con agendas, políticos con cuchillos largos, y fieles que exigen de todo, desde bendiciones en TikTok hasta absoluciones por Zoom.

Dicen que es progresista, dicen que es pastoral, dicen que es el sucesor natural de Francisco… dicen tantas cosas que me pregunto si han elegido a un Papa o al nuevo influencer de LinkedIn. Porque vamos, su discurso inicial incluía las palabras “inclusión”, “paz” y “diálogo” tantas veces que parecía el eslogan de una ONG con sede en Bruselas.

La cruz… del marketing

Y aquí viene la gran pregunta: ¿será León XIV el Papa que arregle la crisis de fe en Europa, las diócesis vacías y los confesionarios llenos de telarañas? ¿O será otro pontífice que firmará encíclicas con nombres impronunciables mientras la Iglesia sigue jugando al escondite con los escándalos y las reformas a medias?

Porque no nos engañemos: la Iglesia está más necesitada de rebranding que Telecinco. Un Papa americano puede traer aire fresco… o el mismo aire acondicionado del Vaticano, ese que congela hasta las ganas de cambiar. Lo que es seguro es que la elección de un yanqui no es casualidad: Latinoamérica y África crecen, Europa bosteza, y los gringos financian. Fórmula perfecta, como de manual de Harvard Business Review: si el mercado tradicional se hunde, diversifica al cliente objetivo. Bravo, Espíritu Santo, bravo. ¡Consultora estratégica divina!

La fumata y el TikTok

Mientras tanto, en las redes sociales ya circulan memes con su foto junto a Lionel Messi (“el otro Leo”) y gifs de la fumata blanca con subtítulos tipo “Plot twist: es Elon Musk”. Porque si algo ha conseguido la Iglesia es mantener su cuota de trending topic cada vez que hay cónclave. Y claro, cuando tu rito medieval compite en audiencia con realities de Netflix, sabes que todavía hay chispa.

¿Y ahora qué?

Ahora toca esperar. Ver si León XIV se convierte en el nuevo Francisco o en un Benedicto versión Chicago. Ver si le da por abrir las puertas de la Iglesia o por reforzarlas con candado y contraseña. Si el rugido se escucha en los barrios pobres o solo en los salones de mármol.

De momento, eso sí, nos deja algo claro: en 2025, la fe sigue siendo un espectáculo global, una mezcla entre teatro clásico y show de prime time. Y nosotros, como siempre, aplaudiendo, criticando y esperando al próximo capítulo. Porque al final, querido lector, el verdadero milagro es que sigamos mirando al balcón cada vez que alguien grita: “Habemus Papam”.

¡Y que siga el show!

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